miércoles, 14 de junio de 2023

Visita al Centro Ana Frank

El pasado 5 de junio, con los chicos de 7°A y B, visitamos en Centro Ana Frank, ya que en Biblioteca leímos el libro, investigamos sobre la historia de Ana Frank. Fue una visita muy emotiva y enriquecedora para dar cierre al proyecto que lleva su nombre.
Ana Frank, una historia que nos inspira Ana Frank nació en Fráncfort del Meno, Alemania, en 1929, sus padres eran Edith Hollander y Otto Frank, y tuvo una hermana mayor llamada Margot. Debido a las medidas antijudías desplegadas en Alemania desde el ascenso del nazismo en 1933, la familia Frank tuvo que exiliarse a Amsterdam, Holanda. Al igual que millones de judíos y judías en Europa, Ana sufrió el odio y la discriminación que llevaron a la muerte a una parte importante de este pueblo. En Amsterdam su padre se dedicaba a trabajar en su fábrica de pectina -una fibra presente de manera natural en las frutas, que se utiliza en la industria de la alimentación-, hasta que los nazis invadieron la ciudad. A partir de julio de 1942, la familia completa se vio obligada a vivir escondida en la llamada “Casa de Atrás”, un lugar dentro de las propias oficinas de la fábrica de Otto. Durante este confinamiento, compartieron el escondite con Hermann van Pels —quien trabajaba con Otto—, su esposa Auguste Röttgen, su hijo Peter van Pels y Fritz Pfeffer, amigo de la familia Frank. Ana tenía un fuerte anhelo de ser periodista y escritora por lo que, a sus trece años, sus padres le regalaron un diario íntimo al que llamó Kitty, y en donde ella escribía sobre sus sentimientos y emociones. El 4 de agosto de 1944 los Frank fueron delatados, a través de una denuncia anónima; fueron apresados y luego enviados a campos de concentración y exterminio. Ana pierde la vida junto a su hermana en el campo de BergenBelsen por haber contraído tifus, su madre fallece en Birkenau; solo su padre logra sobrevivir al Holocausto. La delación fue una práctica muy común durante el Holocausto que da cuenta de la posición que asumieron muchos sectores de las sociedades de los distintos países de Europa de colaboración con el régimen nazi. Miep Gies y Bep Voskuijl, dos de las personas que protegieron a los Frank mientras estuvieron escondidos, encontraron y guardaron el diario de Ana y se lo entregaron a su padre Otto una vez finalizada la guerra. El 25 de junio de 1947, Otto Frank publicó la primera edición de El diario de Ana Frank con la esperanza de que la lectura de las palabras de su hija contribuyera a la toma de conciencia sobre la discriminación, la xenofobia y el racismo
A Ana Frank le regalan su diario en su cumpleaños número trece, y unas semanas después ella y su familia se ven obligados a esconderse en la Casa de Atrás, donde permanecen un poco más de dos años. El diario está escrito bajo la forma de cartas dirigidas a una amiga imaginaria, Kitty, y fue escrito entre los trece y quince años. Para Ana, significaba la posibilidad de compartir sus sentimientos, emociones y reflexiones en un momento en el que no le era posible conversar con ninguna amiga. En los procesos genocidas los perpetradores buscan deshumanizar a aquellos a quienes constituyen como objeto de persecución, despojándolos de sus derechos, sus espacios de sociabilidad, su cultura y sus redes de contención. Este es el contexto en el que la escritura se convierte en una herramienta, no solo de expresión sino también de resistencia. En un mundo donde todo le estaba vedado, Ana escribía. Otto Frank, el padre de Ana, cuando leyó el Diario que su hija había escrito decidió publicarlo al descubrir que allí mencionaba que su sueño era ser periodista y escritora. El texto de aquella joven que va creciendo se transformó en un testimonio, en un símbolo de resiliencia. Es el relato en primera persona de cómo el nazismo impactó en la vida de un ser humano. Una vida, una historia que representó la vida de tantos. En un principio, a Otto le resultó un gran esfuerzo emocional leer el diario de su hija; pero poco a poco comenzó a hacerlo y a transcribir a máquina algunas partes que compartió con familiares y amigos, quienes lo alentaron a que lo publicara. El editor que leyó el diario terminó de convencerlo al expresar que el Diario tendría una gran repercusión: “El Diario abarca tantas etapas de la vida que cada lector puede encontrar algo que lo conmueva”. Desde su primera edición en 1947 hasta hoy, el Diario se ha traducido a más de 70 idiomas y se han vendido más de 35 millones de copias. Se convirtió en un testimonio poderoso por los sucesos descritos - relata el horror de una época desde la perspectiva de alguien que lo vivió en primera persona – y también porque ofrece otras puertas de entrada a la reflexión en el presente. El género del relato íntimo del diario, combina aspectos personales, pero también da cuenta de diversos cambios que van ocurriendo en el plano social en especial, en este caso, a partir de la ocupación nazi en Holanda.
Ana y las y los protectores Mientras transcurría el ascenso del nazismo y durante el Holocausto, además de los perpetradores involucrados directamente en el exterminio de la población judía de Europa y de otros grupos señalados como objeto de persecución, las personas asumieron distintas posiciones respecto de lo que estaba sucediendo. Cuando nos preguntamos cómo fue posible el exterminio planificado de millones de seres humanos, tenemos que pensar en qué roles asumieron los diversos actores sociales frente a la vulneración masiva de derechos y el establecimiento de un régimen totalitario. Podemos identificar 4 posiciones o roles para tratar de comprender: la víctima, el agresor o victimario, el protector y el observador pasivo. En este material nos vamos a centrar en dos de los roles tal vez menos abordados, el de los protectores y de los observadores pasivos. Podemos decir que asumir un rol de protector es una actitud ética que responde a una particular sensibilidad por el dolor del otro y el reconocerse en la alteridad. No se trata de conductas heroicas, sino muchas veces pequeños actos de protección, oposición y resistencia que a veces logran frenar o desarticular situaciones de violencia. El observador pasivo podríamos decir es la contracara, es el que mira para otro lado y no hace nada; es una forma de complicidad y adhesión a la violencia. No hay genocidio ni crimen de lesa humanidad posible sin la pasividad y la indiferencia de la sociedad que habilita la violencia, no la cuestiona, ni la rechaza. Llamamos entonces protectores a aquellas personas que durante el Holocausto salvaron o colaboraron en preservar la vida de las víctimas de la persecución nazi. Fueron personas que no pudieron mantenerse indiferentes frente a la vulneración de derechos y buscaron, desde el lugar que podían, esconder o ayudar a escapar a las personas judías y de otros grupos que eran perseguidas. La familia Frank, la familia van Pels y Fritz Pfefer pudieron sobrevivir escondidos durante dos años gracias a que tuvieron personas cercanas que los ayudaron. Miep y Jan Gies, Johannes Kleiman, Bep Voskujil y Victor Kugler se encargaron de llevarles alimento, ropa y libros, entre otras cosas. A pesar de que esconder personas judías era peligroso, afrontaron ese riesgo. La historia de Ana Frank es también la historia de quienes la protegieron -a ella y al resto de los escondidos-, e hicieron posible que hoy conozcamos su historia a través de su diario. La historia de los protectores nos muestra que cada uno/a, desde su lugar, puede hacer algo por quién está sufriendo una situación injusta, asumiendo un rol activo y de oposición. De esta manera, es un ejemplo de cómo se puede contribuir a transformar una realidad asumiendo compromisos con los derechos humanos, desde el lugar que se pueda.
La historia de Ana Frank contiene mensajes que lograron trascender a pesar del horror y la violencia de su época. Su nombre es también un signo que atravesó los límites del tiempo para inspirarnos a reflexionar sobre qué nos pasa cuando estamos ante una situación de exclusión, prejuicio y persecución. Una historia contiene sentimientos, nos invita a una cercanía con las personas reales que la encarnaron, y también nos habla de un proceso social, político e histórico que, en el caso de la historia de Ana, no queremos que se repita. Como hemos recorrido en estas actividades y reflexiones en torno a la fecha, el genocidio y el Holocausto no se dieron de un día para el otro. Primero fueron las humillaciones y prohibiciones, sucesos que se naturalizaron en buena parte de la sociedad de la época hasta concluir en las deportaciones y asesinatos en masa. La historia de Ana Frank nos inspira y sensibiliza ante las diversas manifestaciones de discriminación. A través de la pedagogía de la memoria, al preguntarse por el pasado se pueden construir cuestionamientos y aprendizajes acerca de la vida en común, cómo convivimos y nos relacionamos cotidianamente. La escuela es un espacio de encuentro con otros/as, que busca condiciones de igualdad y el ejercicio de los derechos. Es en ese espacio común donde nos relacionamos, pensamos, aprendemos y construimos nuestra identidad. Pero ¿Cómo nos vinculamos? ¿Quién es el otro/ la otra? ¿Qué lugar tiene? ¿Cómo se conciben las diferencias? Convivir con otras/os es un aprendizaje colectivo, es una oportunidad para construir comunidad, basada en el respeto y reconocimiento hacia el/la otro/a y enriquecerse de las diferencias. Sin embargo, cuando las diferencias se conciben de manera jerárquica, como si algunos rasgos fueran mejores que otros, las otras personas no son consideradas como semejantes, atentando contra la diversidad. Cuando hablamos de discriminar, nos referimos a prácticas arbitrarias que impiden, restringen o excluyen a las personas de la esfera de los derechos, la mayoría de las veces basándose en algún rasgo particular -propio o supuesto sobre la identidad de la otra/o. La discriminación es un trato que excluye, lastima a una persona o a un colectivo por pretextos ideológicos, religiosos, de nacionalidad, de identidad de género, de orientación sexual o por características físicas o capacidades, entre otras, basándose en estereotipos, estigmas, prejuicios, representaciones sociales y prácticas ritualizadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario